Marcos R. Carrillo P. // Chávez y los Castro son la misma cosa
http://www.eluniversal.com/2010/04/30/opi_art_chavez-y-los-castro_30A3826219.shtml
Las declaraciones del general Rivero no debieron sorprender a nadie. La cubanización, o más precisamente la castrización -inclusive fonéticamente es más ajustado este dudoso término-, es un hecho irrefutable y solidificado durante estos diez años de totalitarismo. El castrismo en Venezuela no se limita a la pasión de Chávez por Fidel, en la que Eros juega un papel preponderante, sino que también ha copado todos los espacios estratégicos y fundamentales para la vida en libertad.
El G2 es una sombra percibida aún por aquellos que no participan en la vida pública. Aquel "estado general de sospecha" que hace años develara uno de los acólitos del régimen podría con facilidad ser un lema esculpido en piedra en la entrada del cuartel general del equipo creado por la mafia de los hermanos Castro para acabar con las libertades en Cuba y Latinoamérica. Y es eso lo que han pretendido inculcar en los venezolanos: un estado de sumisión y terror.
Desde hace tiempo los castristas mandan no solo en la sensible materia de identificación, sino en los registros y notarías. Ya lo hemos comentado anteriormente: No tiene sentido alguno que los registros y notarías sean supervisados por improvisados provenientes del paleozoico cubano ¡donde la empresa privada y el derecho mercantil no pueden existir por definición! La única razón de someter esta área a la bota imperialista es controlar y reducir lo privado a los caprichos del poder.
No para allí la venta de la patria. La corrupción ha tomado nuevos rumbos y las "triangulaciones" para beneficio de las arcas cubanas y de los bolsillos de particulares de ambas naciones son un nuevo modus operandi impuesto por la banda que saquea el país en beneficio propio y del "padre Fidel".
Las denuncias casi semanales relativas al sometimiento de la oficialidad de la FAN a los procónsules de Castro solo corroboran lo que todo el mundo sabe y lo que el general Rivero se ha atrevido a decir. La venida de Ramiro Valdés marcó un giro en el guión en el que el bandido se quita el antifaz. Ya no hay el más mínimo pudor y ante la afirmación del menos dotado de los Castro, según la cual, Cuba y Venezuela son la misma cosa, la respuesta del Presidente venezolano, abrumado por su éxtasis erótico, es de ratificación a la invasión.
La verdad es otra totalmente distinta. Ni Cuba es el castrismo, ni Venezuela se rendirá ante la política neardental de los hermanos dictadores y sus esclavos ideológicos. El descontento crece aceleradamente en civiles y militares, no solo por las calamidades que todos sufrimos en la vida cotidiana, sino porque la dignidad es un sentimiento que tarde o temprano aflora, aún en los más cobardes. Es verdad que el castrismo y el chavismo pueden ser la misma cosa pero Cuba y Venezuela no se reducen a Castro ni a Chávez, el arraigo democrático de los venezolanos y la lucha de los libertarios cubanos lo corroboran diariamente. No se puede desmayar en la defensa de la democracia y la soberanía. No debe olvidarse que, como siempre, gracias a los esfuerzos de los justos, los dictadores pasarán.
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